Maquiavelo. El Príncipe, 1513

El Príncipe es uno de los tratados políticos más importantes de todos los tiempos. Fue escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513 y dedicado a Lorenzo II de Médici con el propósito de redimirse frente a esta poderosa familia que había regresado al trono de Florencia un año antes. Está concebidO como un Libros de consejos con el que el autor trata de indicar al soberano el modo de optimizar su gobierno. Este tipo de obras se denominan también Espejo de príncipes, pues se utilizan personajes históricos de especial significación política -en este caso, por ejemplo, Fernando El Católico- para ejemplificar la manera en la que el monarca debe actuar para verse reflejado.

El Príncipe marca el inicio del autoritarismo monárquico y de la práctica política tal y como la entendemos en la actualidad, alejada de cualquier connotación moral o religiosa.

Os dejo estos dos fragmentos:



En el principio del mundo, siendo los pobladores contados, vivieron dispersos como los animales. Después, al multiplicarse las generaciones y a fin de defenderse mejor, buscaron entre ellos el más robusto y esforzado, le hicieron jefe y le obedecieron. De aquí provino el conocimiento de lo bueno y honesto, y su distinción de lo malo y depravado (…)” 




"La experiencia muestra en nuestro tiempo que quienes han hecho grandes cosas han sido los príncipes que han tenido pocos miramientos hacia sus propias promesas y que han sabido burlar con astucia el ingenio de los hombres. Al final han superado a quienes se han fundado en la lealtad.

Debéis, pues, saber que existen dos formas de combatir: la una con las leyes, la otra con la fuerza. La primera es propia del hombre, la segunda de las bestias; pero como la primera muchas veces no basta, conviene recurrir a la segunda. Por tanto, es necesario saber utilizar correctamente la bestia y el hombre (…)

No es necesario que un príncipe posea las cualidades mencionadas, pero es muy necesario que parezca tenerlas. Me atreveré a decir que si las tiene y las observa siempre son perjudiciales, pero si aparenta tenerlas son útiles, por ejemplo: parecer clemente, leal, humano, íntegro, devoto (…) y tener el ánimo predispuesto para adoptar la cualidad contraria (…) pues a menudo para conservar su Estado se ve obligado a actuar contra la fe, contra la caridad, contra la humanidad, contra la religión. Por eso necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según la exigen los vientos y variaciones de la fortuna y, como ya dije anteriormente, a no alejarse del bien, si puede, pero saber entrar en el mal si se ve obligado".

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