Antecedentes: La Revolución científico-tecnológica. La máquina de vapor.

“Ya que el agua goza de la propiedad de que una pequeña cantidad de ella transformada en vapor, por medio del calor, tiene una fuerza elástica similar a la del aire y que a través del frío se transforma de nuevo en agua, de manera que no deja ningún rastro de aquella fuerza elástica, llegué a la conclusión de que es posible construir maquinas que en su interior, por medio de un calor no muy intenso, se puede producir una fuerza, que de ninguna manera pudiera ser conseguida a través de la pólvora…”

 Denis Papín (1647-1712).


La máquina de vapor era un invento conocido desde el antiguo Egipto. Herón de Alejandría describe artilugios movidos por vapor que eran capaces de abrir y cerrar las puertas de los templos, con la consiguiente sorpresa de los presentes, en el siglo I d.C. Sin embargo, tendremos que esperar hasta el siglo XVII para que el militar español Jerónimo de Ayanz patente una máquina de vapor utilizada para el desagüe de las minas de plata de Guadalcanal, y a finales del siglo Edward Somerset, Thomas Savery o Denis Papin diseñen máquinas de vapor que buscan una aplicación práctica en muchas situaciones como sustitutivo a la fuerza de la pólvora. 

En 1712, Thomas Newcomen, socio de Savery, basándose en la máquina de su amigo, construyó una máquina de vapor capaz de mover un pistón para así producir un movimiento. Las mejoras tecnológicas y el contexto socio-cultural llevaron a James Watt a patentar una nueva máquina de vapor (1769) que incluía un condensador, de esta forma consiguió optimizar el rendimiento de la máquina de vapor  y de esta manera se extendió por todo el mundo facilitando las duras labores que realizaban las personas. Con este invento se impulsó en gran parte la Revolución Industrial.  

Papín fue un físico e inventor francés. A través de sus investigaciones sobre la máquina de vapor llegó a inventar la primera olla a presión del mundo.

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